jueves, 6 de mayo de 2010

PENITENTES 2010 (1ª PARTE)

DÍA 1 DE MAYO POR LA MAÑANA: La Penitencia se hace realidad. 
 
Nos despertamos y nos levantamos antes de las 6, ansiosos. Comentamos que hemos oido llover toda la noche y en ese momento llueve con fuerza... Confused

Bajamos a desayunar sobre las 6:15 y vemos muchos sitios vacíos de gente que ya ha desayunado. Nos lo tomamos con calma, zumo, bollería, pan, café, colacao...
Subimos a la habitación a las 6:40 y nos preparamos. Ya no llueve y comentamos que igual no nos mojamos.
Bajamos a las motos y a las 7:10 salimos del parking y... hay una cola inmensa! Ya puse estas fotos en el comentario de urgencia al volver. Nos ponemos en la cola y van dando la salida a grupos de 4, dejando que lleguen a la primera rotonda antes de que salga el siguiente grupo. Avanza el reloj y tenemos tanta gente delante como detrás y la espera se hace eterna.
Por fin nos toca salir a las 7:40. Después nos enteramos de que hubo gente saliendo después de las 8.

De momento no llueve e incluso amanece viéndose el cielo y el sol quiere levantar las nubes de las tormentas nocturnas.
Curioso que saliendo tan juntos, nada más salir de Zaragoza, estamos solos en la carretera. De vez en cuando vemos unos puntos oscuros a lo lejos y nos acercamos hasta pasarles o nos adelantan a nosotros otros que vienen por detrás, pero vamos como si estuviéramos continuando la ruta del día anterior.
Al llegar a Zuera y girar hacia el oeste, empiezan a rondarme malos augurios por la cabeza: nubarrones oscuros en el horizonte y a medida que nos acercamos a los montes, las nubes son más amenazadoras.

Era inevitable. Al llegar al desvío de Erla hacia Valpalmas (primer punto de control a mitad de camino entre Erla y Ayerbe), empieza a llover y nos detenemos a imitar a otros que se están poniendo la ropa de agua.
 

Fonnia se pone su traje y yo, pensando en mi mala cabeza y en el traje de agua que se ha quedado en Vitoria y preguntándome si la cordura resistirá...

Comenzamos el recorrido por esa carreterilla estrecha, revirada y con asfalto en un estado más bien precario que tanto nos había gustado la víspera. Ahora está amenazadoramente brillante. Fonnia me lleva a buen ritmo pero seguro y en una curva a izquierdas en cambio de rasante, vemos un compañero intentando levantar su moto en la cuneta. Paramos y tras ver que él estaba bien, le ayudamos a sacarla (no recuerdo ahora qué moto era, Fonnia sabe, pero era un buen pepino con una jartá de caballos). La sacamos entre los tres y un señor que venía en coche y aparte de hierba y barro en la maneta y todo el costado izquierdo, la moto parece que está bien. El chaval, nº 103, está pálido pero parece que está bien. Llegan sus amigos y se quedan con él (se llama Fer). Después nos hemos enterado que le han tenido que llevar al hospital con una fisura en el codo izquierdo.
Sigue lloviendo, pero sin demasiada fuerza. 3 km más allá está el primer punto de control, en Valpalmas. Comentamos que el chico que se ha caído parecía que estaba bien y seguimos adelante. Las vistas en el mirador de Carrasqueta no tienen nada que ver con las del día anterior: niebla, agua, oscuridad...

Llegamos a Ayerbe y me pongo yo delante. Según avanzamos hacia el norte llueve con más fuerza. Empiezo a plantearme olvidar mi intención de sacar fotos a los Mallos y al resto de paisajes tan alucinantes de este tramo.
Tras unos km veo que Fonnia se empieza a quedar atrás. Le espero y al momento vuelve a quedarse y me empiezo a preocupar por si le está pasando algo.
Agua y más agua. La cordura empieza a ceder y noto la humedad en las piernas (el pantalón tiene bastantes años) y en pocos km el agua ha bajado hasta los pies y tengo la certeza de tener mojados hasta los calzoncillos. Y sigue lloviendo.

Llegamos a Puente la Reina y paramos a repostar. Aunque teníamos gasolina para, al menos, otros 100 km (llevábamos 167 km de ruta, 200 km con ese depósito). Pensábamos hacer dos repostajes para evitar las gasolineras de Francia y la última antes de pasar la frontera (en Urzainki).

El problema de Fonnia había sido de visión. Como no veía bien, se había levantado la visera del casco. Así que se le ha mojado también por dentro. Al mismo tiempo, también se le han mojado las gafas y ha venido a ciegas al menos 10 ó 15 km llenos de curvas.
Yo tengo agua de cintura para abajo por dentro del pantalón y, aunque la chaqueta no ha calado, chorrea agua como si le siguiese cayendo agua encima. Pero, para redondearlo, no tenía bien cerrado el velcro de la chaqueta en un pliegue que se ha hecho en la parte de abajo y me ha entrado agua por delante a la zona de la tripa. Si sigue todo así, no sé si podré terminar e Fonnia piensa lo mismo.

Arrancamos en cuanto podemos y vamos hacia Hecho. A ratos deja de llover, pero aparece una nueva compañera de viaje: la niebla, que amenaza en las altas cumbres que empiezan a acercarse.
La marcha se va haciendo más cómoda, ya que casi no llueve. El paso de Hecho a Ansó y después a El Roncal lo hacemos con algo más de alegría. Al llegar a Urzainki, vemos que hemos acertado de pleno al llenar los depósitos en Puente la Reina, ya que hay una cola tremenda en la gasolinera.

Ya no llueve y empezamos a disfrutar de la carretera. Húmeda, pero ya se disfruta.
Subimos Belagua y vemos la niebla cada vez más cerca.

Paramos justo debajo del antiguo cuartel militar y hacemos unas fotos. Después de comer un poco de chocolate (haciendo caso a Irko) tiramos para arriba. Ahora voy yo delante y después del refugio nos acoge una espesa niebla con la que no se ve nada. Voy abriendo muy despacito y se me termina empañando la pantalla (ni pinlock ni gaitas) así que cada dos por tres me la tengo que abrir. Veo por el retrovisor que hay una larga fila de luces siguiendo mi ritmo. Yo no veo ni torta y vamos muy despacito. Además, la humedad empieza a hacer mella y empiezo a sentir un frío tremendo en todo mi húmedo cuerpo. Bajando hacia Arette la niebla se va abriendo y puedo aligerar la marcha. Alcanzamos a una pareja de vespas que van a toda leche, cruzándose en algunas curvas y saliendo a toda pastilla.
Un cuadro para recordar. Una fila de motarras enormes (mi varadero y la vstrom de iñaki y detrás varias GS, más varaderos, alguna RT...) ¡¡y llevando el grupo dos vespas!! Después, en Laruns, hemos hablado con ellos, son una pareja de Zaragoza. Ella nos dice que tiene siete vespas y una ducati S2. Nos dice que ha sido divertidísimo ir rectificando continuamente la vespa y con los aquaplanning que le hacía en algunos sitios... ¡¡Para quitarse el sombrero!!

Después de Arette Fonnia me hace parar y se cambia los calcetines por unos secos, añadiendo una membrana de "eroski-tex" entre el calcetin y la húmeda bota. Esa membrana es impermeable pero no transpira, pero al menos es muy baratita. Las hay con resultado similar en carrefour, simply, dia, la frutería de la esquina... 
 Después nos esperan un puerto pequeñito pero muy entretenido: el Col d'Ichère. Una montaña rusa entre barrios y montes, por una carreterilla estrecha de estas que sirven para comunicar un barrio de caserios con el siguiente, y poco más. Era divertido curvear por la ladera de un monte subiendo, y mirar el monte de enfrente o el de al lado por el que habia otra fililla de motos bajando. Yo me sentí un poco como en esos capitulos de dibujos animados en los que hay gente corriendo de lado a lado asi sin sentido, no habia mas que motos yendo por todas las laderas. Así de caótico sería que en el grupete en el que en ese momento ibamos, el tio de cabeza, una Vstrom1000, dejo de ir en cabeza cuando se fue derechito al patio de un caserio en medio del monte, por ver tarde la curva que habia despues. Divertidisimo ese puerto, de verdad. Lo unico el canguele de tener la niebla densa a veinte metros por encima de nosotros, y no saber cuánto quedaba de subir o de bajar.
Y, a posteriori, la noticia de que un amigo habia tenido un percance en ese tramo, no grave pero que le habia jodido el resto del dia
(este párrafo es aportación de mi compañero de fatigas, Fonnia)


Enfilamos hacia Somport, camino de la reconfortante comida. No llueve y vamos disfrutando de la carretera, en buen estado, por el fondo del valle, siguiendo el curso del río y con curvas enlazadas en continuo ascenso. Por fin podemos inclinar la moto con cierta seguridad, sobre todo pensando en la reconfortante comida que nos espera poco más allá.

Después de pasar el impresionante pero aburridísimo túnel (8,5 km) llegamos a Canfranc y damos carpetazo a una mañana en la que la ruta ha sido una verdadera penitencia de la que descansamos sobre las 14:00. Aparcamos las motos al inicio de la larga fila que hay ya, me pongo una camiseta seca y un jersey e imito a Fonnia en el tratamiento de mis pies. He probado con "carniceríadani-tex" con muy buenos resultados. Nos dan de comer en un hotel de Canfranc. Entramos, nos sentamos y en un santiamén tenemos un plato de migas con chorizo delante de nuestras narices.Visto y no visto.
  Conversamos con los dos maños que se sientan junto a nosotros y todos coincidimos en la dureza que ha proporcionado el agua, la niebla y el frío. Después llega la caldereta de cordero. Dice Fonnia que el cordero no le ha gustado. La verdad es que se le veía hacer verdaderos "esfuerzos" por comérselo (no ha dejado ni las ternillas) y terminar su sufrimiento (el suyo, no el del cordero) cuanto antes. Visitamos la estación de tren, que está en obras de rehabilitación y comemos allí el postre. Tomamos un cafecito en un bar cercano y nos montamos en nuestras motos a las 15:30 esperando que la tarde sea mejor que la mañana...

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